Imágenes con frases para reflexionar sobre los valores humanos y universales

Actualizado 19 junio, 2018

Por lo general se considera como valor algo positivo, bueno, un cometido que se debe alcanzar en todo caso si todavía no lo poseemos. De esa realidad se deriva que el ser humano sea perfectible, que sea bueno nunca considerarse, a modo soberbio, como alguien totalizado. Los valores no son entelequias, porque precisamente existen en el cuerpo del hombre. Determinado ser es bueno si actúa de tal forma, honrado por lo mismo, amoroso, respetuoso y así podríamos seguir hasta el infinito. Aquí te proponemos reflexionar sobre semejante tópico, por eso te mostramos imágenes con frases para reflexionar sobre los valores humanos y universales.

Imágenes con frases de valores humanos y universales

El ser humano es un ser valora, crea valores y los llena de axiología, es decir, considera algunos buenos, otros malos. Siempre en ese sentido planteamos un modelo, cierto arquetipo que aunque cueste hay que seguir para convertirnos en verdaderas buenas personas.

 

Cuando comprendes que la felicidad es algo demasiado grande para reducirse a tu individualidad, aprenderás que siempre es mejor pasarla bien, expandir la bonanza y las alegrías con quienes quieres.

Hay que aprender a respetar las diferencias. Pero que ese respeto no se vuelva una mera cuestión paternalista, de quien ve desde lo alto y pontifica de la mejor manera. No, debe existir un plano de igualdad absoluta, de ahí que tal vez la idea de diferencia no sea la correcta ¿Cuál es? La diversidad, que es la diferencia es un plano de simetría.

Busca dentro de ti los valores que consideres correctos: abnegación, respeto, misericordia, amor, humildad y tantos otros más. Hazlos tuyos, conviértelos en carne, deja que funcionen como te han sido incorporados. Porque es hora de destruir un mito: los valores no son innatos, sino absolutamente introyectados por la educación. Responsabilidad, entonces.

Ser debe siempre ser, valga la redundancia, más importante que tener. Ese gran precepto lo hemos olvidado, cuando suponemos que la felicidad y lo que somos dependen de meros objetos, quienes nos darían nuestra naturaleza o calidad ¿Acaso semejante pensamiento no es descabellado? La vida humana es lejor lo más sustantivo, lo que no podemos dejar de lado nunca.

Ser buena persona es la meta y eso equivale, entre tantas cosas, a respetar la integridad del prójimo ¿Sabes cuál es el fundamento del humanismo? Reconocer que si uno es un milagro, un trozo de materia que dice yo, una verdadera fortuna azarosa, el otro nunca podrá ser menos ¿Por qué el ser y más bien la nada?, es la pregunta fundamental de la filosofía ¿Por qué yo soy un pedazo de materia que siente y quiere como cualquiera?, esa es la pregunta fundamental de la humanidad.

Nada de correr detrás de las personas. Cuando se es buena persona, cuando se realiza lo correcto en cada ocasión (y eso es lo valeroso) que se puede hacer lo contrario, uno automáticamente se convierte, transfigura en un bello jardín en el que todos querrán pasar un buen rato, tal vez la vida entera.

Empatía, posiblemente el valor fundamental ¿Y por qué lo decimos? ¿Qué es lo que hace que consideremos a este vocablo y lo que implica como lo más sustancial? La respuesta es más simple de lo que se piensa: la empatía es la capacidad de ponerse realmente en el lugar del otro, es colocarse en sus pies, en caminar imbricado ¿Podemos dañar con semejante sentimiento? ¿Podemos ver morir gente de hambre, dolor, guerras con ese valor? Por supuesto que no.

Sabemos que el ser humano todo lo grande que haga en este mundo será con amor. Es que cuando este ingrediente no interviene es como si se llevara a cabo todo desde la superficialidad, con una frialdad pasmosa. No, esa no es una alternativa.

Es bueno tener principios, porque funcionan como una suerte de fundamentos a los cuales dirigirse cuando se está perdido, como una brújula madre que nunca nos saca del camino principal. Quien tiene semejante piso no debe temer flotar en el aire, ya que sabrá dónde exactamente caerá y ese caer siempre servirá para la correcta reflexión.

Empatía es el valor fundamental, ponerse en los zapatos del otro, condolerse y congratularse, vocablos que por sus mismos prefijos indican participación, unión engarzamiento absoluto. Bueno: queremos que eso no sean meras palabras, sino que se traduzcan en acciones y sentimientos. Naturalmente, lo dicho no es fácil y lo vislumbramos en el mundo sin cesar.

No podemos decir que sea una línea de conducta el hecho de buscar a personas con el mismo valor, pero sirve siempre si queremos hacer expandir lo correcto. Ya sabemos que dos siempre son más fuertes que uno. Es hora de formar comunidades de bondad, integridad, empatía, humildad, conmiseración y cuestiones por el estilo. Quizás el ejemplo masivo adoctrine a los reacios.

Quien miente una vez puede mentir en cualquier ocasión del porvenir o haber mentido en muchas del pasado. Sí, deberemos hacer nuestros ese gran precepto que dice que destruir es sencillo, pero construir amerita tiempo, trabajo y esfuerzo en todos los sentidos. No lo echemos a perder, querido lector.

La crítica es positiva si sirve para superarse y hacer superar al prójimo, pero cuando la misma deviene simplemente destructiva por cuestiones competitivas y egoístas, hay que soslayarla inmediatamente. La comprensión en ese sentido nunca es exagerada: cada persona libra miles de batallas que desconocemos, tal vez sea cuestión de acercarse un poco a la lid.

Los valores nos convierten en cierta persona específica, lo cual trae como corolario que se recibe determinados sentimientos y actos ajenos. Hay una gran verdad cuando decimos que recibimos lo que damos. Y eso no por una cuestión metafísica, por un orden moral del universo, sino por una realidad ética, humana y material: la gente no es idiota.

El ser humano necesita aprender los valores y cuando hablamos de ello nos referimos a todo lo que consideramos correcto, que puede refrendar a la humanidad y mancomunarla en algo mejor. Sin ello, estamos perdidos en una inteligencia fría propuesta por la educación.

Y si la realidad no se acerca a lo que consideras correcto, aprende a anteponer un no antes de convertirte en cómplice de lo que te disgusta. Todo tiene sus límites, tú emplazas los tuyos. Hazte, siempre, respetar.

El amor es sincero y bueno cuando no acorrala, cuando respeta, cuando quiere felicidades ajenas donde uno no interviene; en definitiva, cuando se venera la libertad que realmente es el otro ¿Acaso no nos damos cuenta? Por más que queramos controlar, el prójimo se nos escapa por todas partes.

Es tener valores importantes desear siempre el bien al sujeto amado. Todo lo contrario se vuelve ponzoña, algo sumamente negativo. Propugnemos relaciones sanas siempre.

Es un acto de buena fe querer ser siempre el mejor, porque realmente le hacemos un servicio a la humanidad ¿Suena exagerado o grandilocuente? Para nada, ya que es acertado pensarse como si nuestra acción fuera tan vital que determinara la totalidad; le da un peso o densidad a nuestra praxis maravillosa.

Ser sincero u honesto quiere decir exactamente no tener dobleces, esconder con arte de prestidigitador lo que al otro lo puede beneficiar o perjudicar. Seamos transparentes, que el prójimo pueda vislumbrar los movimientos en su totalidad.

Piensa más en el otro y menos en ti mismo. Sí, muchos ven móviles egoístas en todo al fin y al cabo, pero poco importa eso. No buscamos ahora una ética formal.

Se puede ser siempre mejor, es cuestión de quererlo y compartirlo.

¿Anhelas ser un sujeto con valores  más rectos? Bueno: el cambio siempre estará en ti.