Actualizado 11 mayo, 2020
La ingeniosidad humana muchas veces no tiene límites ni conoce terrenos áridos y podemos decir que las calaveras literarias lo demuestran de manera perfecta. A continuación, por lo tanto, presentamos las mejores calaveras literarias cortas con imágenes e información.
¿Qué son las calaveras literarias?
Las calaveras literarias son composiciones en verso, es decir, someter el lenguaje a la música y al ritmo para tratar ciertos tópicos específicos ¿Pero cuál es este? De algún modo la palabra calavera y su vinculación con el Día de los Muertos nos lo demuestra: la muerte. Estas composiciones tradicionales de México hablan de cierta persona y de un tono burlesco o satírico se refieren a su muerte o como si directamente estuvieran ya muertos. Es un modo de expresar lo que no se puede en otro contexto, son escritos irreverentes, ácidos y, naturalmente, en su tiempo, servían a modo de crítica de personajes tan conocidos como los políticos. No es casualidad que el inicio de estas creaciones literarias fuera en publicaciones de tinte izquierdista.
Hay que aclarar, por otro lado, que las calaveras literarias tenían y tienen por receptores a individuos, mujeres u hombres, que pasan como si estuvieran muertos, pero que no necesariamente están muertos. La muerte aquí es una crítica, como también en el arte anexionado, La Calavera Garbancera de José Guadalupe Posada o La Catrina (que el muralista Diego Rivera reflejó tan bien) eran una forma de remarcar lo negativo de aquellas personas autóctonas con gustos europeos (muy de la época de Benito Juárez y de Porfirio Díaz). A las calaveras literarias se las denominaba antiguamente panteones.
¿Cómo hacer tu calavera literaria?
Estas composiciones literarias se pueden aprender de manera perfecta, por lo que a continuación se plantean algunos puntos para que se tengan en cuenta:
- Verso y muerte: Es importante que haya un cierto nivel de rima, a veces no tan preciso, pero claramente que la calavera no sea una prosa. Asimismo, la muerte tiene que estar presente: se habla a un muerto o a alguien que está en vías de hacerlo, por lo general con alguna presencia de la personificación llamada Parca.
- Un hilo conductor: Las calaveras literarias no saltan de un tema a otro, sino que son simplemente pequeños relatos. Por lo tanto, haz hincapié en un hecho histórico, en un objeto o en una persona en específico.
- El tono burlesco: Las calaveras literarias tuvieron su origen en el hecho de ser críticas ácidas, sobre todo a políticos. Por eso, no se puede perder ese tono burlesco, de sátira o ácido, ya que es esencial a este tipo de composiciones.
- No te olvides la rima final: El final debe rimar, porque es un cierre que le da hasta cierta belleza, además de risas, por lo que no te tienes que olvidar de semejante definición.
Calaveritas literarias cortas
Calaveritas mexicanas
Los ricos por su elegancia,
los rotitos con redrojos,
los pobres por su miseria,
los tontos por su ignorancia,
los jóvenes por su infancia,
los hombres de edad madura,
todos en la sepultura,
con las viejas, ¡qué ficción!
serán, como dice el cura:
calaveras del montón.
Calavera al rico
El hombre ricachón
con su pulsera de oro
y su mansión de televisión
no se da cuenta que pronto morirá,
que los bichos de la tierra
con gusto se lo comerán.
La huesuda ya viene,
a ella le agrada la puntualidad
no hace distingo entre personas,
tu dinero bancario,querido amigo,
no te ayudará.
Calaverita para el Día de los Muertos
La Catrina no falló,
lo que dijo lo cumplió,
a su cita llegó
y un dolor muy grande dejó.
La muerte se acercó
y al señor del pueblo buscó,
cuando al fin lo encontró,
al panteón se lo llevó.
Todos en el lugar estaban desconcertados,
trataron de buscar explicación
como no la pensaron,
desesperados comenzaron a planear una solución.
No solo no la hallaron,
sino que el fantasma apareció.
Dijo que la vida seguía,
que él se iba a descansar,
que las lágrimas las largaran unas horas
y después comenzaran a festejar.
Y así se fue el buen hombre del pueblo,
hasta que entendieron sus vecinos
que la vida es puras risas y juego
y que la muerte a todos nos atrapa
¡Espero que no seas de los primeros!
Calaveritas literarias para el Día de Muertos
La abuelita
Es una silla bordaba,
en una cama leía,
era mi abuelita
que su suerte no sabía.
La calaca muy astuta
ya en sus planes la tenía,
ese día de un infarto,
su alma se llevaría.
Pobre de mi abuelita
con la flaca se me fue
era de la de antes
¡hasta cosía, cómo ves!
La muerte no espera
Tienes tantos planes,
tienes tantas ideas,
pero la huesuda sin aviso
llega y no se la espera.
La muerte no tiene tiempo,
no sabe de horas ni de minutos,
no distingue por logros en vida,
ni por males ni tampoco por triunfos.
¡Ya está ahí, toca tu puerta!
¿Acaso no le quieres abrir?
Es cierto, nadie querría,
pero siempre ella se la arregla
para entrar con sigilo
y hacerte ir.
Muerte, dame un poco más de tiempo,
que me quiero despedir,
necesito ver la sonrisa de mis seres queridos
y por lo menos un último compartir.
La mamá
En casa de mi progenitora
estamos de luto hoy,
pues la muerte sinvergüenza
ya sin mamá nos dejó.
Cómo extraño sus tamales,
empanadas y atolito.
Voy a tener que aprender
a cocinarlas yo solito.
Más vale que la cuides
y la tengas consentida.
Huesuda a mi ni me mires,
que aún no toca mi partida.
Calaveritas literarias chistosas
Calavera a la suegra
Ella se ahogó en su veneno,
pobre señora ya no respiró.
Del cielo raudo cayó un trueno
y la muerte se la llevó como costal.
Vuele con Dios suegra querida,
córtele a los ángeles sus alas,
porque no creo que el cachudo
la admita en su infierno personal.
No se preocupe señora, ya váyase,
yo me quedo son su hija y mi humor,
porque de burlas nacen las sonrisas
y de las risas las dudas de dónde estará.
Y ya no vuelva ni en Día de Muertos
porque asustará a los otros y a los demás,
a esos extraviados y lumínicos espectros
que están buscando cómo regresar.
La huesuda divertida
Los de la enfermería del barrio estaban sin actividades, estudiaban
y tan aburridos se encontraban que ni la flaca pasaba.
Un enfermero se levantó y a todos les gritó:»vamos por unas chelas
y que en este lugar de tristezas se arme un reventón»
Claudio, pobre y primerizo, también estudioso, el calzón se apretó,
lo dejaron solito y la muerte se aprovechó. «Oh, flaquito guapo,
acompáñame al panteón y en lo oscurito la pasaremos mejor».
El joven se asustó, la huesuda lo intimidó,
pero de su sonrisa huesuda solo salió una admonición.
«Quería darte solo un susto. Ahora vete con cuidado
y que te vaya bien, pero no te olvides una cosa:
en las sombras un día te esperaré».
La búsqueda de la muerte
Con dirección en mano
y esperando contar con suerte
buscando su próxima víctima
andaba la muy oscura muerte.
Su información decía que
en Uruguay había nacido,
la busco a Clotilde
en cada lugar concurrido.
No podía entender
cómo se le había escondido.
Mientras tanto en México,
Clotilde estaba feliz,
la señora era muy astuta,
porque la Catrina
un poco despistada
vagaría un buen tiempo,
hasta que pudiera encontrarla.
Calaveras literarias con nombres
Calavera literaria para Elsa
Elsa descansaba
y siempre creía en un mañana.
Proyectaba mil promesas,
unas vacaciones y su imaginación
de mil maneras endulzaba.
La huesuda tocó su puerta,
y una mirada terrorífica
le clavó a la vieja.
Pobre señora,
no pudo decir nada
había llegado la hora
de que la Parca se la llevara.
Ricardo el avaro
Ricardo juntaba dinero,
solo veía formas de multiplicarlo
y aunque arrastraba unos buenos años
el pobre loco se creía inmortal,
casi como un dios, pero algo avaro,
ruin y desleal.
Sus hijos le pedían prestado,
los amigos querían algo fiado,
su mujer necesitaba un regalo y
Ricardo se negaba,
porque simplemente le encantaba
observar el dinero
y sus mil encantos.
Un día La Parca llegó,
como le sucede a todo el mundo
y lo encontró a Ricardo
sujeto a su gran amor,
ese que compra gente
y hasta cariño al por mayor.
Hoy ya nadie se acuerda de Ricardo el avaro,
sus hijos dilapidaron sus riquezas,
sus amigos no visitan su tumbra,
y su esposa lo olvida con sutileza.
Carlitos el perro famoso
Confundida se encuentra la muerte
con semejante celebridad canina.
Al perro Carlitos le faltó suerte,
pues por él llegó La Catrina.
«No te quieras pasar de vivo»,
le ha dicho la huesuda.
«Para mí eres un perrito atractivo,
de mi buen gusto no cabe duda».
Aunque por mexicano te has hecho pasar,
cambiar tu nacionalidad no te va a ayudar.
La muerte no distingue nacionalidades
ni mucho menos de rutilantes celebridades.
Calaveras literarias infantiles
La Parca no pudo con el bebé
Felices las nodrizas estaban,
había nacido un bebé
con pura fuerza, energía
y unos buenos kilitos
en la barriga.
A la Parca le encantó
llevar una presa tan apetitosa
y a su proyecto se abocó.
Las nodrizas al ver a la huesuda enloquecieron,
le dijeron que el bebé estaba grandote,
que tuviera cuidado,
que se iba a fracturar
y la Muerte muy sabia
se tuvo que alejar.
El tío Luis
El tío Luis es muy aguerrido,
caza animales y
anda todos los días con su machete,
para encontrar a la muerte
y darle un beso en su cachete.
Tal vez suceda eso muy extraño:
que la huesuda le traiga poco de suerte.
La muerte enamorada
En la escuela lo veía,
en la calle lo perseguía,
la muerte se había enamorado
y a ese joven mozo en su brazos quería.
«¡No te lleves a mi novio dijo la niña!
No seas mala ni tampoco tan cretina.
Que mi novio es solo mío,
busca el tuyo atrevida!».
Calaveras literarias para maestros
Un maestro exigente
Un maestro muy exigente
siempre pedía mucho a su gente,
les decía a sus alumnos que si no aprendían
vendría la muerte.
Cometió el error de llamar a la huesuda,
que como toda invitada inoportuna
se presentó sin mucho preámbulo
y con un poco de premura.
Lo extraño que sucedió
es que no se llevó a ningún estudiante,
quería a ese maestro exigente,
porque en realidad era un ignorante,
poco estudioso y nada inteligente.
Un pedido especial
La huesuda recibía halagos
y también algunas cartas muy chidas.
Todas decían lo mismo:los alumnos
no querían estudiar
porque su profesora
era la más dura del Distrito Federal.
La Parca escuchó a esos muchachos
y un buen día visitó a la mujer.
Se la llevó a lo oscuro,
para que jamás se la vuelva a ver.
La maestra que leía
La maestra escribía mientras la muerte le llegó,
«espera solo un poco, faltan dos libros creo yo».
La muerte le negaba con firme decisión,
las caracolas suplicaban, llorando a todo pulmón.
La Catrina se sentó a verla terminar
pero la maestra seguía escribiendo sin parar,
secuela tras secuela dejando el tiempo pasar.
La muerte leía y leía, enganchada una vez más,
decidida la solución a su problema al fin
comprendió y tomó la decisión,
se llevó a la maestra, los libros y las caracolas
también cargó.