Actualizado 19 junio, 2018
Lo peor del ser humano en cuanto a su actitud es suponerse absolutamente autónomo, no necesitado de interiorizaciones y aprendizajes. Aunque podríamos realizar una pregunta insidiosa: ¿es realmente eso posible? En rigo de verdad, parece que no, solo que podemos actuar como prestidigitadores y con hermosas jugadas borrar las interpelaciones, las incidencias que tienen otros en nosotros. Este posteo, naturalmente, se propone lo inverso en lo absoluto: seguir incorporando sapiencia en distintas dosis a partir de personajes históricos. Por eso te presentamos frases de Charles Chaplin geniales e inspiradoras en imágenes. Porque siempre viene bien añadir nuevo bagaje al que ya poseemos; se percibe como aire fresco.
Imágenes con frases inspiradoras de Charles Chaplin
Charles Chaplin fue un increíble actor, guionista, humorista, escritos, directos entre tantas otras cosas. Pero lo importante no es tanto lo que fue, sino todo lo que nos dejó. Hay seres que buscan la posteridad de manera rigurosa; otros, en cambio, hasta con desdén la obtienen, porque sus ojos están puestos en otra cosa. Termina siendo una simple meta accesoria, accidental.
Debería existir una reverencia hacia aquellas personas que vinieron antes, que experimentaron mucho y sacaron sus grandes conclusiones. Pues claro: tal vez el mundo no sea cíclico y el consejo del abuelo se pierda en el vapor del tiempo, sin embargo hay demasiado que se puede extraer, aunque sea como simple curiosidad y necesidad de aprendizaje.
La vida es corta, breve, sucinta a tal punto que por momentos, cuando nos sacamos esos velos de la vida mundana, nos percatamos lo muy efímero que es todo ¿Preocuparse, entonces, por nimiedades? ¿Conservar rencores abigarrados? ¿Enloquecer ante pequeñas desviaciones e incluso traiciones de terceros? ¡No hay tiempo para estar poco y, encima, andar mal!
La humanidad es una idea que a Chaplin lo atormentaba, debido a que siempre fue muy crítico con los tiempos modernos y sus maquinarias reemplazadoras de la mano de cinco dedos. Sin embargo, la humanidad es un imperativo en un sentido más amplio: es ver en el otro a uno mismo, es reconocer en el milagro ajeno, del tercero, algo muy propio. Ese es su fundamento.
La alegría de vivir no se debe perder, porque si mencionamos que la vida es corta seríamos muy malos administradores si nos sumiéramos en las tinieblas anímicas. Saquemos la sonrisa, desempolvemos las risas, agrupemos las carcajadas y hagamos de todas ellas las mejores amigas de la vida. Sí, esa es una hermosa consigna.
Uno se enoja porque la vida no le devuelve sus sueños y solo le reconoce frustraciones, deseos que quedan truncos ¿Y eso por qué? Precisamente porque otros también efectuar su accionar en la vida. Entonces la moraleja es muy simple: si vienes y quieres dar un si a tus anhelos necesitas determinación, pasión, fuerza, denuedos y todo lo que se asemeje.
Vivir cada instante como absoluto es una tarea que a veces se nos hace complicada. Es como si no pudiéramos engañar de ese modo a un intelecto seguro de que habrá seguramente un mañana. Incluso de viejos, yendo peldaño tras peldaño, existe una pequeña certeza de que el mañana lo tendremos asegurado.
Marx decía que la vida a veces se da de modo trágico y otras veces cómico. Los mismos lemas, los mismos trajes, similares expresiones y, sin embargo, un mundo de diferencia. Son un remedo, apatatología insulsa, una simple comedia de lo que en algún momento nunca suscitaría risas.
Y el mundo de la servidumbre maquínica es de pensamiento, de frialdad en el cálculo y la especulación, olvidando lo intuitivo, esa sensibilidad que quizás nos comunique con el otro. El prójimo es importante, pero existe un sistema que lo considera numerario y a veces sobrante. No somos un llenado de listas, un requisito a formalizar, somos vida en desarrollo, milagros ambulantes.
La vida es tan magnífica que Chaplin la comprendó en su sentido preciso: no es boceto ni exordio de algo que vendrá después y si hubiera bosquejo sería de absolutamente nada. Vivimos ahora, haciéndonos en cada paso, llenos de errores porque es, naturalmente, la primera vez que lo hacemos. Todos somos diletantes, de ahí que signifique una gran ventaja escuchar a quienes ya han vivido.
Lo efímero es tan importante que te darás cuenta que el motivo del entuerto desapareció en un abrir y cerrar de ojos, casi sin percartarnos. La vida se vuelve cómica también en ese punto o, por lo menos, una señal para focalizarnos en lo que verdaderamente es sustantivo. Vivir, amar, reír, pasarla bien, compartir y todo lo que sea más o menos similar y regocije al alma.
Hay que reír sin cesar, porque sin darnos cuenta el mundo te devolverá el rostro que le presentas. Si eres positivo, cree que realmente las cosas se sucederán mejor. Es una sabiduría un tanto solipsista quizás, pero funciona ya que solo nosotros habitamos en eso que llamamos cuerpo, en todo el sentido amplio del vocablo.
El hombre es noble sobre todo si se aparta de las apariencias, si deja de lado esa lectura superficial que lo hacen según su capacidad económica o potencialidad de consumo. Tiempos modernos, El chico, y tantas otras películas sustantivas de Chaplin lo recalcan. Hermosas enseñanzas, sin dudas.
Charlot fue el personaje principal de Chaplin, a tal punto que conocemos al actor por medio del último. Fue su máxima expresión, la calidad por antonomasia en el cine mudo, la capacidad de decir todo sin necesidad de expresar una palabra ¿No es algo increíble?
Engañemos al cuerpo cuando las cosas no nos salgan bien, seamos un tanto tramposos si es por nuestro bienestar: la risa le comunicará a todo nuestro sistema que se sucede algo placentero, que acaece al fin y al cabo algo bueno. Sí, es indispensable comprender esa fisiología y ejercitarla.
Charlot era un personaje demasiado pobre, vagabundo incluso; pero con una nobleza en el corazón que no se podía calcular. Y en su andar, en medio de tropiezos y esquivos a las autoridades, lo que se exudaba era una crítica acerba a todo el sistema ignominioso imperante.
Cualquier ser que se prensa humano con los animales alimenta su alma y demuestra una superioridad muy difícil de contrastar. Es que en el fondo esa persona lo entendió todo, comprendió el máximo de los aprendizajes: en el mundo el amo y señor no es el humano; todos los seres deberían poseer igualdad en su preeminencia.
Si te aferras a quien se va, hay daño; si no perdonas y te guardas el dolor, hay daño; si te conviertes en un animal ponzoñoso, hay daño. Sí, quizás en todos los momentos haya móviles egoístas, pero poco importa.
Amabilidad, cortesía, humanidad, todos valores que nos dicen algo ¿Qué es? Que el otro existe y tiene una igualdad absoluta con el valor que le damos a nuestra vida. Ese es el sentido real del concepto de prójimo; el resto es palabrería.
Si la vida es corta, pequeña, sucinta, escueta, hagamos que sea agradable, una maravillosa aventura. No importa si no conocemos el final, porque la indeterminación, lo potencial también genera esperanza de que lo malo culmine.
Al fin y al cabo, no seremos más que diletantes, neofitos de la vida. Un niño le puede enseñar mucho a un hombre entrado en años.